jueves, 30 de diciembre de 2010

Hace tres años escribían

Posted on Diciembre 30, 2007 por pacotraver

El fetichismo es la madre de todas las perversiones y advierto que en este post no voy a utilizar la palabra “perversion” como una descalificación moral sino en su sentido psicoanalítico que tiene que ver con una serie de operaciones anímicas que tienden a transformar una pulsión en otra cosa distinta, en este caso el fetichismo es una operación primordial que está relacionada con las leyes de la magia, aquellas que describió el antropólogo Frazer y que denominó magia simpatética. En este caso el tipo de magia que utiliza el fetichista es tomar “la parte por el todo”.

Metonimia pues es el fetiche: una especie de fotografía, un icono que opera por contigüidad, sobre un recuerdo infantil relacionado con el descubrimiento de la ausencia del pene en la mujer. Según la teoría clásica el fetiche es un objeto cualquiera que opera por proximidad o vecindad, no es un símbolo sino un icono como el pie o el zapato, algo que sirve para denegar el recuerdo: un recuerdo relacionado con el descubrimiento de la diferencia sexual, algo que se vió “inmediatamente antes” y que aparece como un objeto congelado, suspendido, pues su función es -precisamente- la de denegar un conocimiento al que ya se ha tenido acceso: el conocimiento sobre la diferencia.
piedeloto.jpg

Observese el tamaño del pie: pequeño y puntiagudo: deja a la mujer indefensa para la carrera e incluso para caminar o sostenerse en pie.
Todo fetiche es aprensible, en tanto que es un objeto inanimado, relacionado con cierta estructura por esa relación de contigüidad. El gusto por las bragas femeninas, los sujetadores o las medias, los zapatos o zapatillas, no es azaroso, sino que responde -precisamente- a una relación que lejos de ser simbólica, se comporta como una representante de cercanías de lo deseado y temido. Precisamente, la característica del fetiche es, que al ser un objeto inerte, es apresable, en comparación con su dueño, que está vivo y quizá por eso es inaprensible, en tanto que lo vivo está sujeto a la voluntariedad y a una cierta objetividad. Lo objetivo es el enemigo de la fantasía, compuesta siempre por lo objetal, es decir, por el deseo que completa lo objetivo y le da forma. Para Castilla del Pino como para Freud el pie es sin embargo un atributo fálico. Y es verdad si recordamos ahora esa costumbre bárbara de los chinos de vendar los pies de la niñas para hacerlas asi más deseables. El pie de loto -costumbre que ya prácticamente ha desaparecido- aseguraba a sus poseedoras un buen matrimonio y un alto estatus, pues tener un pie pequeño y puntiagudo era un signo de alcurnia que por una parte impedía -después de largos tormentos- a sus portadoras, sostenerse en pie por si solas, caminar aprisa o aun trabajar.
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Tamaño comparativo entre un pie normal y un “pie de loto”.
El fetiche condensa, el todo por la parte, la totalidad del objeto al que es imposible acceder…El pie es muy estimado porque es a través de él como obtiene la gratificación parcial en sustitución al placer genital propiamente dicho. La mano o el pie son equivalentes del látigo, de la espuela o de cualquier otro objeto útil para la punición lo que tiene relación con las pulsiones sadomasoquistas. El significado de los mismos es muy complejo. Se trata de un atributo que le confiere al partenaire femenino un poder fálico al mismo tiempo que se le sustrae el poder de caminar erguida como en el caso del pie de loto, es un ser y no ser, la esencia de la denegación. Esto satisface la fantasía de la doble tendencia homo y heterosexual (castración-no castración) que el hombre anhela en muchos casos, en tanto que fálica -la mujer sin pie de sustentación- se constituye en objeto ante el que se somete, como antes al padre todopoderoso, en tanto mujer compone un objeto materno substitutivo.
El fetiche es la condición de amor, “tiene que ser así y sólo así”, parece querer decir el fetichista, lo que hace inclasificable cualquier fetichismo, puesto que existen tantas variantes como individuos y posibilidades de goce: el fetichismo es el equivalente sexual de la sutileza. Y está tan extendido que podriamos afirmar que el amor normal es fetichista en tanto que el enamorado siempre dirá:
“Solo a ella y a nadie más que a ella”
Y por eso el fetichismo de los pies habita aun entre nosotros. Esta es su versión occidental.
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fuente:Neurociencia neurocultura

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